domingo, 7 de febrero de 2010

La brecha digital

Para hablar de la "brecha digital", primero creo conveniente dar una definición, y para ello he elegido la utilizada por la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), que nos indica que es "La distancia existente entre individuos, áreas residenciales, áreas de negocios y geográficas en diferentes niveles socio-económicos en relación a sus oportunidades para acceder a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, así como el uso de Internet, lo que acaba reflejando diferencias tanto entre países como dentro de los mismos". Una vez conocido esto, vamos a tratar la "brecha digital", enfocando el tema hacia la diferencia que hay entre nuestros padres y nosotros, y por nosotros me refiero a la gente nacida a partir de los años ochenta de siglo pasado.
A todos nosotros nos ha tocado explicar el funcionamiento de un aparato digital, desde el más simple -mando a distancia, por ejemplo- a otro más complicado -ordenador, vídeo consola, etc.-. Y, siempre pasa igual: por mucho que se lo expliques, vuelven a preguntarte y a preguntarte. No importa la forma ni el número de veces de la explicación. Ellos no captan del todo aquello que les explicamos. Al final, casi siempre perdemos la paciencia y llegamos a sentirnos frustrados porque nuestras explicaciones no sirven absolutamente de nada. Pero claro, no nos damos cuenta que nosotros nacimos sabiendo que el on y el off eran el encendido y el apagado, que el símbolo de un triángulo señalando hacia la derecha es el play, etc. Para que seguir. Conocemos una larga lista de obviedades que, por lo visto, no lo son tanto para nuestro padres.
La gran mayoría de los padres que conozco, apenas se molestan en aprender o mostrar predisposición en hacerlo, no se denota en ellos el mínimo interés en hacerse con "la materia", pasan olímpicamente de las nuevas tecnologías y esperan que les demos todo hecho. Pero no todo deben ser críticas hacia ellos. Pongámonos por un momento en su lugar. Imaginemos que tenemos que aprender a bailar la peonza -o zompo, como se la llama en Albacete-, o como utilizar las herramientas que utilizaron nuestros mayores en el campo o en cualquier otro trabajo. ¡Pobres de nosotros! O si nos dijeran ahora que, con nuestra edad, tenemos que aprender japonés o chino, por ejemplo. Nos resultaría muy difícil, pondríamos poco interés y nos daría una pereza tremenda.
En definitiva. Está clarísimo que según el lugar y la época en la que nos toca vivir, vamos a tener mayor o menor familiaridad con ciertas cosas. Y, como por suerte, nosotros vivimos en un país desarrollado y en pleno s. XXI, pues tenemos mayor facilidad para conocer y utilizar las TICs. Pero, por desgracia nos ha tocado vivir una época en la que tendremos que explicar por enésima vez las cosas a nuestros padres. Aún así, no podemos generalizar del todo, puesto que hay padres que se manejan mejor que nosotros con un ordenador y a los cuales, de vez en cuando, les solicitamos la información que nosotros necesitamos, y otros a los que con una explicación les basta. Lo peor de todo esto será cuando la "brecha digital" la tengan nuestros descendientes con nosotros y se rían de nosotros como lo hacemos ahora de nuestros mayores. En conclusión, antes o después, todos pasaremos por el mismo aro.

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